JUDAISMO ESPAÑOL

POETAS HISPANO-HEBREOS: ABRAHAM IBN EZRA.

Judaísmo en un clickImagen obtenida del sitio web: pamplonetario.org 



Abraham Ibn Ezra (1092-1167), conocido como una autoridad en los campos de la lingüística hebrea y de la exégesis bíblica, destacó también como un eximio poeta que, con maestría inigualable, trató sobre los temas más variados.

Quisiera detenerme aquí para compartir con ustedes un poema, verdadera elegía en la que el poeta trasunta el profundo dolor que aflige a su alma por la destrucción de las comunidades judías de España causada por los Almohades.

Ah! pobre Sefarad descendió una calamidad desde los cielos; mis ojos, mis ojos vierten lacrimosas aguas.
El llanto de mis ojos, como llanto de avestruz es por la ciudad de Lucena; libre de tachas, aparte, allí moró la cautiva comunidad, sin cesar hasta cumplir la fecha de mil setenta años;
pero vino su día, huyó su gente y ella quedó como viuda,
huérfana de Ley, sin Escritura, sellada la Mishná, el Talmud estéril se tornó y todo su esplendor perdió,
sicarios y hombres de violencia recorren acá y acullá, el lugar de la oración y de la alabanza en casa de orgía se convirtió.
Por esto lloro y se crispan mis manos y en mi boca hay siempre un lamento y no tengo reposo diciendo, -Oh, si mi cabeza se tornara aguas!.
Ay! Pobre Sefarad...
Mi cabeza decalvaré y amargamente gemiré por la comunidad de Sevilla, por sus príncipes que han sido vulnerados y por sus hijos hoy cautivos, por sus hijas, delicadas, entregadas hoy a una reli­gión extraña.
Cómo ha sido abandonada la ciudad de Córdoba y convertida en un mar de ruinas?
Sus sabios y personajes eminentes murieron de sed y de hambre, ningún judío quedó, ni uno sólo quedó en Jaén ni en Almería, ni en Mallorca ni en Málaga quedó refrigerio alguno,los judíos que habían huido fueron cruelmente heridos.
Por esto me lamentará muy amargamente, muy mucho me plañiré y mis gemidos por causa de mis dolores fluirán como agua.
Ay! Pobre Sefarad....
Ay!" clamaré como mujer en dolores, a causa de las aljamas de Sigilmesa, la ciudad de los gaones y de los sabios! La tiniebla ha cubierto su lumi­nar, ha sucumbido la columna del Talmud y el edi­ficio hase derruido, la Mishná en oprobio, con los pies han pisoteado; a causa de hombres ilustres, alanceados, pues el ojo enemigo no perdonó.
Ay! Como expiró la aljama de Fez en el día que fue librada al saqueo, ya no hay fuerza en el call de Tlemecén y su gloria marchitóse.
Mi voz levantaré con amargura, a causa de Ceuta y de Mequí­niez y la túnica rasgaré a causa de Dara, que ya antes fue asolada; en el día de Sábado , el joven con la doncella su sangre derramaron como aguas.
Ay! Pobre Sefarad....
Pero, qué responderé, si a causa de mis pecados esto ha sucedido y de parte de mi Dios, mi Cumbre roquera, el mal contra mi se ha decidido?.
En quien esperaré y qué cosa invocaré si todo es obra de mi mano?
Arde mi corazón dentro de mis entrañas, a causa de mi alma, pues he pecado y desde su tierra, el puerto de alegría, a tierra inmunda ha sido desterrada.
Avergonzada y muda no acierta a contar sus desventuras, mas con el dolor de su corazón en las misericordias de su Roca espera, a fin de que el exilio decrete redención, pues en la sombra de sus alas se ampara, y si su nombre recuerde, desde la cárcel en que se halla, entonces revive.
Pero su llanto sobre  sus mejillas, a la vera de la sirvienta, mucho ostentará hasta que se aparezca el Señor de los cielos.

En este poema vemos claramente reflejados los horrores de la época, cuando los almohades -musulmanes provenientes del norte de Africa- invadieron la Península y con una política de salvajismo y crueldad privaron a los judíos de todos los derechos que anteriormente les habían sido conferidos y no sólo sufrieron persecución, sino además, la pérdida de todos sus bienes.

El presente es un poema de corte histórico que, en forma poética, presenta lo acontecido: España había sido para los judíos una segunda patria a la que amaban y, he aquí, que nuevamente se ven obligados a partir, fueron obligados a abandonar sus hogares y salir en busca de lugares donde les permitieran vivir en paz.

La Lamentación de Ibn Ezra nos recuerda las Lamentaciones de Jeremías, en la época del exilio. Ibn Ezra llora por las ciudades de España, por sus hijos, al igual que Jeremías lloró por Sión, por Jerusalem, por las personas que se vieron obligadas a partir, por sus príncipes sometidos a servidumbre, por sus vírgenes afligidas. "La grande entre las naciones se ha vuelto como viuda" (Jer.1:1) pero el castigo no ha sido arbitrario porque "pecado cometió Jerusalem, por lo cuál ha sido removida"(Jer. 1:8) y su tristeza proviene de Dios porque el "Señor destruyó y no perdonó (Jer. 2:17).

He aquí que nuestro poeta, siglos más tarde, ocupando el mismo tono bíblico, hace una especie de comparación entre ambas catástrofes. Porque al igual que sobre Jerusalem, sobre Sefarad también descendió una calamidad desde los cielos y la comunidad moró cautiva, sus príncipes fueron vulnerados y sus hijas entregadas  a una religión extraña.

Las ciudades de Sefarad han sido abandonadas y convertidas en un mar de ruinas. El poeta se pregunta "Qué responderé, si a causa de mis pecados esto ha sucedido, y de parte de mi Dios, mi Cumbre roquera, el mal contra mi se ha decidido?"

Dos situaciones análogas separadas por el tiempo y por el espacio, lugares diferentes pero el mismo pueblo y el mismo Dios. Un pueblo que tiene fe en Dios porque sabe que jamás ha de levantar Su brazo para descargar su ira injustamente ya que es un Dios de justicia y misericordia, el Dios de bondad que "con mano fuerte y brazo extendido les liberó de la esclavitud de Egipto".

Algo ha sucedido. Este castigo no es gratuito, alguna razón ha de haber para que catástrofes de tal magnitud suceda.


El poeta no se rebela contra esta fuerza superior que les envía el castigo. Espera confiado porque sabe que es una respuesta  a su pecado, pero confía porque después del castigo viene la redención y la redención viene del cielo, procede de Dios.




CONMEMORACION DEL ANIVERSARIO DEL EDICTO DE EXPULSIÓN DE LOS JUDIOS DE ESPAÑA

(Presentación en la Comunidad Israelita Sefaradí, Marzo 31, 2011)

Hace 519 años, los reyes Isabel y Fernando, por la gracia de Dios, Reyes de Castilla, León, Aragón y otros dominios de la corona[1], en la hermosa ciudad de Granada, que fuera la capital de Al Andalus, firmaron el Edicto de Expulsión de los judíos de todos sus dominios poniendo fin así a una permanencia que se remontaba a siglos antes que los visigodos arrianos invadieran la zona y que más tarde su rey, Recaredo, se convirtiera al catolicismo elevando a éste al status de religión de estado..
Los reyes católicos fundamentaron su acción aduciendo entre otras razones, el gran daño que persiste a los cristianos al relacionarse con los judíos, y a su vez estos judíos tratan de todas maneras a subvertir la Santa Fe Católica y están tratando de obstaculizar cristianos creyentes de acercarse a sus creencias.
Y en el documento se afirma que al verse en peligro la fe es deber de la Santa Madre Iglesia reparar y reducir esta situación al estado anterior, debido a lo frágil del ser humano, pudiese ocurrir que podemos sucumbir a la diabólica tentación que continuamente combate contra nosotros, de modo que, si siendo la causa principal los llamados judíos si no son convertidos deberán ser expulsados del Reino. ¿Por qué? El documento señala que Debido a que cuando un crimen detestable y poderoso es cometido por algunos miembros de algún grupo es razonable que el grupo debe ser absuelto o aniquilado…
Me pregunto como muchos deben haberlo hecho antes ¿Tan poderosa era la fuerza de los judíos españoles como para subvertir la fe de los españoles cristianos? No lo creo, lo que yo personalmente veo, es un intento desesperado de los reyes para lograr la unificación del mosaico de reinos que había en la península. La religión siempre ha sido un arma poderosa para lograr objetivos políticos. Y aquí funcionó extraordinariamente bien porque el documento, enuncia el severo castigo para quien osara prestar ayuda a quienes, por decreto, debían abandonar una tierra que sentían suya y a la que –dicen algunos- habrían llegado en el siglo VIII aC en los barcos fenicios, cuando éstos instalaron factorías en diversos lugares, algo muy probable, aunque, para ser rigurosos históricamente hablando, la presencia judía en la Península puede atestiguarse desde que ésta pasó a formar parte del Imperio Romano y es confirmada por los descubrimientos de monedas judías en Tarragona y el epitafio judío más antiguo que procede de la provincia de Almería. (siglo III eC).
Sí, la historia de los judíos en España data de tiempos antiguos y se cuenta que tan gravitante fue su presencia para la historia española que, Amador de los Ríos inicia su obra Historia de España, con la siguiente afirmación:
Difícil será abrir la historia de la Península Ibérica, ya civil, ya política, ya religiosa, ora científica, ora literariamente considerada, sin tropezar en cada página con algún hecho o nombre memorable, relativo a la nación hebrea.
En esa tierra fecunda nuestros hermanos vivieron tiempos de dulce y agraz, la edad dorada, de la que tanto se habla, y en donde encontramos un ilustrado grupo de estudiosos judíos que se expresaron en profundas y hermosas obras filosóficas y poéticas, consideradas en esos tiempos como la forma de expresión más excelsa. En la España de las tres culturas las personas de talento -sin importar su origen- gozaron de libertad para alcanzar altas posiciones y esto fue especialmente válido para muchos judíos.
En Granada se encontraba Shmuel ibn Nagrella (s. X), de quien se decía: hacíanle respetado de su rey la claridad de su ingenio, su extremada prudencia y su inalterable firmeza. Dabánle superioridad entre los cortesanos el estudio y conocimiento profundo de las pasiones humanas, la gran facilidad y elegancia en exponer sus consejos, la madurez y cautela en el resolver, el tino y la seguridad en el obrar siempre a tiempo, sin precipitación ni tardanza…
Con la misma pluma con la que redactaba los documentos de estado, escribió disertaciones, comentarios del Talmud y un manual de metodología talmúdica, noble de espíritu y devoto de la sabiduría y de la religión fue naturalmente protector decidido de la ciencia y el arte…[2]
Abraham ibn Ezra hombre multifacético, cultivador de la poesía religiosa y profana, la astronomía, matemáticas, filosofía y teología y muy versado en el talmud y la Cabalá. Su sensibilidad es manifiesta en los poemas penitenciales, suplicatorios y en especial la poesía del destierro producto de la ruina de las aljamas a consecuencia de la cruenta política de los almohades. En uno de sus poemas capta ese momento histórico:
Ah! Pobre Sefarad descendió una calamidad desde los cielos;
mis ojos, mis ojos vierten lacrimosas aguas.
Mi cabeza decalvaré y amargamente gemiré por la comunidad de Sevilla,
Por sus príncipes que han sido vulnerados y por sus hijos hoy cautivos,
Por sus hijas delicadas, entregadas hoy a una religión extraña.
¿Cómo ha sido abandonada la ciudad de Córdoba y convertida en un mar de ruinas?
Sus sabios y personajes eminentes murieron de sed y de hambre;
Ningún judío quedó, ni uno sólo quedó en Jaén ni en Almería,
Ni en Mallorca ni en Málaga quedó refrigerio alguno,
Los judíos que había fueron cruelmente heridos.
Por esto me lamentaré muy amargamente, muy mucho me plañiré,
y mis gemidos por causa de mis dolores fluirán como agua .
Maimónides (1135-1204), hombre múltiple ¿por cual de todas sus actividades habría de vinculársele con el “gran Moisés”?
Su guía era imprescindible porque el suyo fue un siglo en el que la filosofía y las ciencias hicieron su irrupción en el plano de la cultura y las grandes religiones monoteístas debieron hacer frente a las interrogantes que surgía y que engendraba un gran número de descarriados y perplejos, lo que amenazaba la continuidad del judaísmo y la creencia en la Torá[3]
El médico y también poeta musulmán Ibn Sana al-Mulk lo elogia diciendo de él:
El arte de Galeno cura solo el cuerpo mientras que el de Abu Imrán sana tanto el cuerpo como la mente… su conocimiento lo convierte en el médico del siglo y con su sabiduría podría curar la enfermedad de la ignorancia. Si la luna estuviera sometida a su arte, él la libraría de sus manchas en el tiempo del plenilunio, la curaría de sus dolencias mensuales y en el tiempo de la conjunción la salvaría de sus menguas.[4]
No podemos dejar de lado acá a Yehuda ben Shmuel Halevi cuya vida misma “fue poesía en acción marcada por el estigma del infortunio y con la eterna añoranza de la Tierra prometida”. Menéndez Pelayo señala que fue apodado “el castellano” porque fue el primer escritor conocido en el idioma de Castilla.
Halevy representa al judaísmo español en la complejidad de sus vínculos: tanto en su intenso amor por su patria española, su participación en la vida social y económica así como en su apego al judaísmo y su relación íntima y profunda con Jerusalem… parte importante de su vida transcurrió en Toledo ciudad que simboliza como ninguna otra el encuentro entre las religiones monoteístas ya que en ella se cruzaron las influencias culturales de tres mundos espirituales…
Pese a que entre los siglos XIII y XIV las condiciones sociopolíticas y económicas comenzaron a declinar y ello se sintió fuertemente en las juderías, continuaron brillando bajo el cielo español eximios hombres de ciencias y letras: Al Harizi , Ben Najman (Najmánides), ibn Falaquera, Hasday Crescas, Ishaq ibn Seset Barfat… y podríamos seguir con la lista pero el tiempo no nos alcanzaría para mencionarlos y mucho menos para hablar acerca de su obra.
A lo largo del siglo XIV los vientos cambiaron, estallaron disturbios y la violencia no se hizo esperar; la causa directa del estallido en 1391 fue la prédica de Ferrant Martínez, un fanático que llevó a la población de Sevilla a un frenético ataque contra la gran comunidad de esa ciudad y los tumultos se extendieron.
Ibn Seset Barfat describe poéticamente ese momento histórico diciendo:
Por la ruina de mi ciudad grande es, como el mar, mi quebranto. Mi pan es ajenjo y desolación
Nada parecido había sucedido nunca a los judíos españoles. El deseo era que nada parecido volviera a suceder… no obstante, 101 años más tarde, se hizo "evidente" que, como sostenían miembros de la Inquisición, la única manera de terminar con la herejía, principalmente de los conversos, era expulsando a los judíos.
Los monarcas, a la postre, aceptaron la lógica de ese razonamiento. Además, confiaban que cuando los ejércitos cristianos entraran en Granada, en enero de 1492 y el entusiasmo religioso alcanzara su clímax, España se convertiría, finalmente, en un estado fuerte y exclusivamente cristiano.
A ese punto, no había camino de retorno: cada judío que quisiera continuar como tal, debía abandonar España.
El judío español, el sefaradí, que formó parte de una élite cultural, distinguido por la educación, por sus conceptos y por su orgullo de formar parte de la cabeza y el corazón del cuerpo nacional debía abandonar esa tierra que tanto amaba[5].
Dos amores anidaron siempre en el corazón de los judíos españoles: su amor a Sión y su amor y apego profundo a España.
Por ello, cuando el 30 de julio de 1492 se vieron obligados a marchar hacia nuevos rumbos dejando tras de sí aljamas impregnadas de su sello particular… callaron las polémicas, cesó el canto, el amor, las discusiones filosóficas y el sentimiento que alguna vez fue. Los judíos partieron llevando consigo lo único que podían cargar: la lengua, las costumbres y el recuerdo de las canciones…
…A través del judezmo lengua en la que se comunicaban y que transmitieron a sus descendientes, recordaban con nostalgia las bellezas de ese paisaje querido que quedó impregnado en sus retinas cuando, antes de partir definitivamente, volvieron hacia atrás sus rostros y sus ojos dieron una última mirada…
Ese mismo paisaje fue el que intentaron reproducir en los países a los que llegaron, la herencia musical que llevaron consigo, fue enriquecida con los ritmos nacionales que les acogieron … sin embargo, conservaron siempre ese sabor de hispanidad que, hasta nuestros días, habita en el corazón de cada sefardí.
No es raro, entonces, que con el viejo romance castellano la madre judía acune a su tchiko idjo, que los mansevos y las mansevas canten a las penas y alegrías de su amor y los ancianos evoquen recuerdos de su vida, en las apacibles tadres y notchadas, con las melodiosas notas de la guitarra española…[6]
Siglos después de la expulsión, Sefarad, España, señalaba al mundo las huellas judías enraízadas en su suelo y al hacerlo, encontraba sus propias raíces gracias a “la memoria del judío sefardí que llevó y mantuvo incólume poemas antiguos como los del Mio Cid, la Reina Shariffa mora o el romance de don Bueso.
Sefarad también re-encontró su pasado en las cantigas conservadas por los sefardíes y que acompañaron el quehacer diario de sus padres, melodías que vivenciaron historia, romance, alegría y aflicción.
Sentimientos de nostalgia y amor podemos palpar todavía hoy, 519 años después, en las comunidades sefardíes repartidas por el orbe. Lo apreciamos a través de los cánticos, de los poemas que ilustran y enseñan, conmueven y frecuentemente se matizan de emoción, o en el romancero, tan castizo y español, tan arábigo y judío, tan andaluz y provenzal… y tan nuestro. Nuestro porque nadie lo hubo protegido ni ensalzado tanto, como lo hizo el judío, cuando España hubo dejado…[7]





[1] Los textos en cursiva, hasta acá citados, son citas extraídas del Edicto de Expulsión.
[2] Cfr. Citado en Árabes y Judíos en España, un legado cultural. Serie Cuadernos Judaicos 18, CEJ, Universidad de Chile.
[3] Id. Íbid.
[4] Id. Íbid.
[5] Aviva Dorón, citada en Árabes y Judíos en España, un legado cultural. Serie Cuadernos Judaicos 18, CEJ, Universidad de Chile.
Id. Íbid.
[6] Ahuva Avital citada en Citado en Árabes y Judíos en España, un legado cultural. Serie Cuadernos Judaicos 18, CEJ, Universidad de Chile.
[7] Id. Íbid.